Teatro digital: ¿qué ocurre en la post-pandemia?
Conocida es la solución que han encontrado los teatros, tanto comerciales como independientes, ante la pandemia del COVID-19: el streaming y sus múltiples plataformas. La opción de que el público pueda ver una obra desde la comodidad de su sillón, grabada muchas veces como si fuera una película, y con una entrada a menor costo, fue sin dudas irresistible. Plataformas como Teatrix se vieron sumamente beneficiadas por la situación sanitaria, y en palabras de su creadora, Mirta Romay, la misma creció en un 300% en tiempos de cuarentena. Sin embargo, las restricciones se flexibilizan, la gente vuelve a salir y la palabra “aforo” comienza a dejarse atrás. ¿Qué ocurre con el teatro post-pandémico? ¿Qué será del ver obras desde la casa?
La primera realidad a la que hay que enfrentarnos es a que, por más maravillosa que haya sido la experiencia de ver teatro en casa durante el aislamiento, nada se compara a ver obras en vivo. La presencialidad favorece la conexión entre actores y espectadores, y marca la clara diferencia entre el teatro y el cine. Las salas teatrales están preparadas para dar experiencias sinestésicas, es decir, que involucren a más de un sentido: se juega con el volumen del sonido, las luces, el humo, los reflectores, hasta la distancia entre la butaca y el escenario está pensada y contemplada. Estas decisiones, por más visibles que sean en la pantalla, quedan reducidas a poca cosa si no se cuenta con grandes equipos de sonido o una pantalla grande para poder apreciarlas en casa.
No obstante, el teatro digital nos ha dado tres grandes posibilidades que fortalecieron al fenómeno para sobrevivir más allá de la pandemia. La primera es la económica, que en los tiempos que corren, no es poco. La entrada para ver una obra por streaming es siempre menor a la que corresponde a la obra presencial. El musical La Desgracia, que hace poco regresó a los teatros, tiene un valor de entrada presencial de entre $1600 y $1800, pero también existe la posibilidad de verla en Teatrix, por $499 (la suscripción mensual). Esto resulta una funcional y excelente opción para aquellos que les gusta el teatro, pero buscan una alternativa más económica.
La segunda gran posibilidad que plantea el teatro digital es la de ver obras en cualquier momento, sin la necesidad de que estén en cartelera. No existe más la excusa de “me la perdí”: las plataformas de streaming nos permiten ver aquellos estrenos que no vimos presenciales en cualquier momento de nuestras vidas.
La tercera y última gran ventaja que llegó para quedarse en el teatro post-pandémico es la expansión que generaron las obras online. Cualquier persona, sea por motivos de seguridad ante el COVID-19 o no, puede tener acceso al teatro desde cualquier provincia o lugar del mundo. Teatrix, de hecho, cuenta con la posibilidad de ver algunas obras de Broadway, así como con festivales de teatro internacionales.
Sería irrisorio pensar que el digital simboliza, dramáticamente hablando, la muerte del teatro presencial. Este seguirá existiendo mientras que el mundo sea mundo, porque como hemos dicho previamente (y bien sabemos), la experiencia del teatro es única e irrepetible en cada función. De todas maneras, el teatro digital y sus plataformas de streaming han llegado para quedarse, ofreciéndonos un futuro donde el arte dramático llega a más personas, dentro y fuera de la Argentina. ¿Qué más podríamos pedir?
Por Agus.